Por Mauricio López Rueda
Con diez meses de vida, el pequeño Thiago, antes de probar el aire, escudriña el suelo. En una de nuestras salas espera, el hijo de Claudi Andrade Garcés deambula de un lado a otro sobre sus manos y piernas, descubriendo el amplio mundo en el que es recién llegado. Su madre lo sigue sin quitarle la vista de encima, aunque sin obstruirle el paso, pues su idea de maternidad responsable es “acompañar y orientar al niño sin interrumpir su curiosidad”.
Por primera vez Thiago viajará en avión para conocer a sus familiares chocoanos. “Viajo mucho a Chocó porque nací en Condoto y mis padres viven en Itsmina. Vivo en Medellín porque acá estudié, trabajo y me casé”, explica Claudi, una joven de 24 años, abogada y madre de familia. “El Aeropuerto Olaya Herrera es muy importante para mí, y sobre todo ahora que tengo a mi hijo, pues no sería capaz de viajar con él por tierra. Yo vuelo desde que tenía 16 años y siempre me ha ido bien”, cuenta la joven afrodescendiente, tan arraigada a su cultura y sus raíces como su madre y su abuela. Claudi usa turbante y chanclas de plumas. Le gusta la música del pacífico y todos los días extraña los paisajes del Chocó, del Atrato, del Darién.
“No hay nada mejor que llegar a la tierra donde uno nació, y que lo reciban a uno con pescado frito, con cocadas y longaniza”, señala la joven madre, quien tiene claro que gracias a su profesión, muy pronto empezará a defender los derechos de su pueblo, y para ello necesitará de muchas horas de vuelo desde y hasta el Aeropuerto El Caraño de Quibdó.
