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Un hombre, dos familias

Jun 18, 2021 | 2021, Crónicas, Noticias AOH

Carlos Mario Callejas tiene dos familias, la primera, su más grande tesoro, compuesta por Alexandra, su esposa, Andrés, su hijo de 26 años y Santiago, el menor de la familia que cuenta con 23, su segunda familia es la aviación.

Junto con cada familia viene una serie de responsabilidades que van asociadas a dos tareas sagradas para él, la de ser papá y como profesión, el hecho de ser Controlador Aéreo. Hace 18 años labora en el Aeropuerto Olaya Herrera, un lugar que reúne para él, todas las condiciones para convertirse en su segundo hogar.

El Aeropuerto Olaya Herrera es un lugar que conoce desde pequeño y por eso, siente como un regalo de la vida, el hecho de haber regresado por lo alto a esta terminal aérea, operando su torre de control.

“Mi primer contacto con la aviación fue a través del rescate aéreo, fui miembro de un grupo de rescate de la Defensa Civil y me enfoqué en el rescate aéreo, desde allí tuve la oportunidad de entrar a la Aeronáutica Civil donde recibí la formación para la labor que desempeño, primero como Radio Operador Aeronáutico y después como Controlador Aéreo” explica Callejas.

De él y de otros tantos compañeros, depende la seguridad en tierra y aire de millones de pasajeros al año.

Su labor inició en el Aeropuerto Trinidad de Casanare, después en Caquetá, luego en San Vicente del Caguán, después en Manizales, Bogotá y por último en Antioquia desde donde espera no volver a salir

De la aviación, que conquistó su vida para siempre dice que no es una profesión, sino una pasión, una enfermedad. “Por eso para nosotros no es sacrificio venir a trabajar un domingo, o hacerlo durante las festividades” comenta.

Por donde va, Callejas saluda a quien se encuentre a su paso, es la cara visible de los controladores aéreos, un profesional que entrega su corazón y que vive entre las nubes, trabajando desde su adorada Torre de Control.

En su equipo de trabajo es un miembro destacado, feliz de enseñar a quienes apenas están iniciando el camino, de este modo adopta a otros compañeros, así como lo hacen sus colegas, porque los controladores aéreos tienen una dinámica y es la de enseñar al controlador aéreo que llega y dejarle el legado de una profesión que los hace felices.

“Ser Controlador Aéreo implica mantenerse vigente y actualizado en los diferentes conocimientos y competencias que requiere el puesto de trabajo.” afirma.

La aviación es un trabajo en equipo y como tal, requiere de muchas personas que se sincronizan para que todo funcione óptimamente. “Entonces en el Aeropuerto Olaya Herrera pasa lo siguiente, al ser un aeropuerto modelo en el país por el tipo de tráfico que maneja, todo el que trabaje aquí, tiene una la labor y una misión que cumplir; tanto así que en el momento en el que se requiera ayuda, todos ayudamos, no importa para quién es la ayuda” explica.

Para este Controlador Aéreo, la aviación se trata de legado, de tradición. La aviación es familia, por eso no es de extrañar que muchos hijos hereden esta profesión de sus padres, puesto que como si se tratara de una condición hereditaria, este amor pasa de generación en generación.

Cuando se le pregunta cuál oficio es más difícil de llevar a cabo, el de ser controlador aéreo o ser padre no lo piensa mucho, y admite que ser papá es lo más difícil, pues es una tarea que nadie te enseña, mientras que a ser controlador aéreo se aprende antes de hacerlo.

“A ser papá se va aprendiendo a medida que pasa el tiempo y se trata de un aprendizaje continuo. Hay algo grato en la paternidad y es que se puede aprender de los errores, es un tema de error-aprendizaje y viceversa; e incluso a veces los hijos son los que te terminan enseñando. La aviación, por radical que parezca, no admite errores; el permanente contacto de aviadores y controladores tanto en tierra como en vuelo sirve para que cada día se produzcan millones de solicitudes de despegue, aterrizaje, cambio de altitud o velocidad o lo que sea necesario, en todos los aeropuertos del mundo. ” puntualiza.

Carlos Mario Callejas incluso encontró el común denominador entre ser Controlador Aéreo y ser papá y es el hecho de que cada día es una sorpresa, que nunca es un trabajo monótono en el que se puede pasar en cualquier momento de la normalidad a la anormalidad.

En ambos casos son labores llenas de grandes satisfacciones y hermosas experiencias.

 

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